¿Qué relación existe entre el frío y el dolor articular?

¿Qué relación existe entre el frío y el dolor articular?

Seguramente has notado que, al descender las temperaturas, aparecen dolores articulares que pasan desapercibidos durante el resto del año. ¿Cuál es la razón? Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), el frío, la lluvia y el cambio de la presión atmosférica aunque no producen enfermedades reumáticas, sí constituyen factores que influyen en el agravamiento de los síntomas y, en algunos casos, aumenta la sensación de dolor.

De hecho, no hace falta estar enfermo para notar dolor o molestias en huesos, músculos y articulaciones cuando bajan las temperaturas. Porque el frío y la humedad hacen que estemos más contraídos, más entumecidos, y que al movernos se produzcan contracturas o problemas en zonas como la espalda, el cuello o los hombros.

Para compensar la pérdida de calor cuando sentimos frío, en nuestro organismo se produce una vasoconstricción, lo que provoca que llegue menor aporte sanguíneo a las articulaciones. Los músculos se contraen e intentan generar calor a través del movimiento. Y a esa rigidez muscular se le une la de las articulaciones, de modo que es más fácil que unos y otras duelan o resulten dañadas si hacemos esfuerzos sin calentamiento previo.

En el caso de las articulaciones, la viscosidad de los fluidos de nuestro organismo se ve modificada. Además, el líquido sinovial, clave en la lubricación y amortiguación de las articulaciones durante el movimiento, se vuelve más denso de lo normal provocando una mayor rigidez y fricción.

Los reumatólogos y traumatólogos explican que, el frío, la humedad y los cambios de temperatura pueden influir especialmente en personas que ya tienen dañadas las articulaciones, ya que tienen receptores de presión alterados en las mismas, capaces de detectar los cambios súbitos de presión atmosférica. En este sentido, explican que en las zonas geográficas en las que llueve más y el tiempo suele ser más cambiante, los pacientes reumáticos suelen tener más síntomas.

¿Qué podemos hacer para evitar que el frio limite nuestra actividad física?

Abrigarse bien, ni mucho ni poco. Puede parecer de sentido común, pero no siempre lo hacemos. Al salimos con poco abrigo, estaremos haciendo que la musculatura se encoja y soporte malas posiciones durante períodos prolongados en el tiempo, entonces aumenta aún más la aparición de estas contracturas que provocan lumbalgia y otros dolores musculares debido a la exposición prolongada del frío.

Cuidar la postura. Es frecuente que, cuando hace frío, nos encojamos de hombros, agachemos la cabeza y tendamos a apretar la postura involuntariamente. Por eso las lesiones musculares por culpa del frío más habituales son los dolores de hombros, cuello y espalda. Así que es importante tomar conciencia de ello y evitar ese encogimiento, así como el tensionar el cuerpo.

Ejercicios de calentamiento. Antes de realizar cualquier trabajo o actividad física es recomendable hacer ejercicios de calentamiento antes y después, movilizar músculos y articulaciones no solo para entrar en calor, sino para prevenir contracturas y dolores articulares.

Calor localizado. La aplicación de calor (almohadilla termogel, bolsa de agua caliente, etcétera) puede aliviar los síntomas de dolor. La mayor rigidez articular, la contracción de los músculos, los tendones y los ligamentos es la que provoca dolor, y eso puede aliviarse proporcionando calor a la zona afectada, ya que mejora también el aporte sanguíneo y ayuda a descontracturar la musculatura.

Estiramientos. Además de aplicar calor seco también es recomendable realizar estiramientos que irriguen de sangre la zona.

Ejercicio. Mantener el cuerpo activo es un elemento clave para evitar y calmar este tipo de molestias musculares y articulares. El sedentarismo provoca más dolor.

Comida saludable. La alimentación también puede contribuir de forma muy significativa a mantener el cuerpo caliente, a reforzar nuestros huesos y a lubricar nuestras articulaciones. El calcio, las vitaminas C, D3 y E, los Omega 3, el colágeno son algunos de los nutrientes que podemos encontrar en nuestra dieta y ayudan a nuestro organismo en el mantenimiento de los huesos, favoreciendo la flexibilidad y lubricación de las articulaciones.

Beber agua regularmente. Una buena hidratación ayuda a combatir el frío y a mantener el cuerpo en buenas condiciones. Por eso se debe beber agua regularmente durante el día, porque con el frío puede no tenerse sensación de sed y que pase mucho tiempo sin que nos demos cuenta de que no hemos bebido agua.

Consultar al médico. Cuando exista dolor muscular o corporal persistente, tampoco hay que atribuirlo al frío como único causante. Es conveniente consultar al médico para descartar la presencia de alguna enfermedad reumatológica, gripe u otras causas.

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